No hay ninguna explicación que dar
ni nada que ordenar
porque mi vida no es un cuarto
y mi corazón no es tu cocina.
Aunque se quema, se ensucia y lo pisas.
Aunque a veces huela a gloria bendita.
Aunque te alimente.
No hay ninguna explicación que dar
ni nada que hablar
porque mi vida no es un rastro
y mi corazón no es tu conciencia,
aunque a veces apeste.
Ni lo intentes:
No se puede limpiar.
No se puede arreglar.
No hay ninguna explicación que dar,
ni un Dios al que orar
porque mi corazón no es un cuarto
aunque se entre con llave
y se salga de un portazo.
Aunque es cálido
y luminoso
y te acurruques en él
y a veces se llene de polvo.
Aunque te encierre,
aunque lo descuides,
aunque ahora lo maldigas:
Ni mi vida fue nunca un cuarto,
ni mi corazón fue nunca tu cocina.